MICRORRELATOS GANADORES
CRUCIGRAMA
SOLA. Me
siento desvalida en un pozo de sombras y me agarro a este pedestal sin suelo.
Ya ves como oculto mi esperanza entre mis brazos, como si fueran barrotes.
Encarcelo mi corazón porque no confío en el mañana. Siento miedo. Me encuentro
agredida sin ser tocada, siento ahogo sin ser asfixiada. Frustrada deambulo
inquieta en mi pensamiento, tropezando con peldaños de fino cristal que rompo
en mil trozos con mi rabia. Necesito alzar esta barrera, cubrirme con una capa
y salir volando. Levanto la mirada.
CONMIGO. Me suelto de este pedestal,
desato mis brazos. Ya no miro a nadie. Libero mi corazón. Fin, libertad. Se
acaba una etapa, voy hacia delante con la dignidad, con el coraje. Ánimo y me
sonrío. Mi mundo acaba de empezar. Por existir vivo, por vivir existo.
Autora: Emerencia
Alabarce Pertíñez
Almuñécar (Granada) España
SEGUNDO
...Guerrera...
Dos hijos. Ningún marido. Al salir de
la cama: caos. Ducha, uniforme, pequeños. Desayuno para tres: tostadas, leche y
fruta. Coche hasta el colegio, un beso en cada frente. "Os quiero".
Cuarenta minutos hasta la oficina. Atasco. Papeles, tinta y números. Órdenes.
Almuerzo. Un cigarro. Más órdenes. Estrés y café. Regresar a casa. Atasco. Ropa
sucia. Platos que fregar. Compra. Recoger a los niños, piano y fútbol. Ayudar
con deberes. Preparar cena. Críticas: "¿otra vez pescado?". Acostar
pequeños. Leerles cuento. Enmendar pantalones. Terminar informes. Televisión.
Cigarro. Cama.
Autor: Gonzalo Carretero Contreras
Alpedrete, Madrid, España
TERCERO
Adentro y afuera
Adentro: en la habitación el vaso de agua
descansa en la mesa de luz y en la oscuridad escucho las burbujas que se
escapan.
Intento beber un sorbo, empujo el agua con la
lengua, hago un esfuerzo y trago pero la aungustia sigue anudada.
La sed se rebela y estalla en sollozos, quiere
gritar tu nombre pero se enreda en él y se antraganta.
Cierro los ojos mientras tu vozarrón resuena
en mis oídos y el miedo me invade; vuelvo a abrir la boca para bautizarla con
el frío brebaje pero otra vez la lengua se niega a obedecer y en un último
estentóreo la vuelca sobre mi pecho inerte.
Afuera: despliegas la figura del adulador con
sonrisa perpetua, imagen de fiel compañero y profesional existoso. Aparentas el
amante perfecto y ocultas el desprecio y esa sed de venganza que vuelcas cada
noche en el lecho conyugal.
AutorA: Clara Gonorowsky
Mendiolaza, ARGENTINA
CUARTO
EL POZO AFGANO (basado en un hecho real)
Los soldados de la ONU, atractivos y fornidos
todos ellos, creían ingenuamente que le hacían un favor a las mujeres del
poblado afgano excavando un pozo en las cercanías. Así no tendrían que caminar
diez kilómetros de ida y otros diez de vuelta hasta donde actualmente iban a
buscar el agua. Cual no sería su sorpresa cuando comenzaron los trabajos, y
ellas comenzaron a lanzar improperios bastante feos contra los trabajadores, y
saboteaban las instalaciones siempre que podían. No podían creerlo. ¿Así reaccionaban
esas desagradecidas? Estaba claro que esos hombres occidentales, que se veían a
sí mismos como héroes salvadores, jamás podrían entender, desde su visión
etnocéntrica del mundo, la verdadera idiosincrasia de dichas mujeres: tan sólo
cuando iban todas juntas a buscar el agua, caminando veinte kilómetros al día,
podían escapar de la tiranía de sus maridos, podían hablar entre ellas
libremente de sus cosas, podían ser ellas mismas.
Autor: Alfredo Ramírez Vega
Ingenio, Gran Canaria, España
QUINTO
“Diez
años, diez segundos”
CUERPO
Las sábanas me envolvían fuertemente, apretándome,
sujetándome, protegiéndome. Mi cabeza descansaba desplomada en la almohada,
hiriéndola sin piedad, dejando caer su peso de plomo, resistiéndose a
abandonarla. Mi cuerpo, inerte, quieto, yermo, yacía sin vida, a su suerte.
CORAZÓN
Órgano sin sentido, sin latido, sin quejido. Anhelo de lo
vivido, lleno de desperdicio.
MENTE
Disparada, acelerada, censurada. Llena de vida, sensible
y sensata.
De repente me salí de mi cuerpo como encendida. Levité,
me separé de mi misma. Resucité mi corazón, le quité las
cadenas y aumenté de lucidez mi vida. MI VIDA.
Recobré el sentido, volví a la vida. Arrojé la ceguera de diez años,
agradecí la lucidez durante diez segundos. Volví a vivir. Volví a la vida.
Autora: Marien Pérez Aranda
Murcia, España
SEXTO
En Oaxaca
Eran como las seis de
la tarde, mi madre estaba aterrorizada, doña Juanita, nuestra vecina, había
muerto, el desgraciado de su esposo se había dado a la fuga, en Cuatro Venados,
Oaxaca, donde las mujeres no pueden ejercer cargos públicos, que se podría
esperar de la justicia. Crecí con la idea de cambiar las cosas, mis amigas y yo
nos reuníamos para estudiar y explicarles a los padres, amigos y hermanos que
todos tenemos los mismos derechos porque somos iguales, es difícil cambiar una
ideología, pero es más difícil soportar actos denigrantes y violentos de la
edad de piedra, el estudio, la perseverancia y el tiempo son la mejor arma
contra la ignorancia de las mentes cerradas, lo sé porque hoy soy la primera
mujer en ocupar el cargo de la presidencia municipal en Cuatro Venados, Oaxaca.
Autor: Ricardo Rivera García
Córdoba, Veracruz, México.
SEPTIMO
MIS CAMINOS
Dos meses, dos
años… disputando con ella misma en su mundo interior. Dos opciones, seguir
adelante o seguir sin moverse. Ninguna era fácil, y la de no moverse era la
opción del miedo, pero ella era miedosa, y no era cuestión de demostrar ser lo
que no era.
Decidió que sin
moverse, algo cambiaría a su alrededor. Tomada la decisión se sentía fuerte y
sólo tenía que esperar.
Dos días, dos
semanas, dos meses… y se desesperó. Nadie iba a alterar nada, y solo ella
necesitaba el cambio. Ahora tenía dos opciones, seguir adelante o seguir
desesperándose.
Decidió dar
pequeños pasos valientes, aun con miedo, rediseñando en cada uno el camino que
había imaginado. Sobre un papel no quedaría bonito como un mapa del tesoro,
serpenteante hacia la cruz roja de la isla y la palmera. Pero su vida de mujer
real, era mucho más interesante que un dibujo perfecto.
Autora: Aliah
Beik Pérez
Zaragoza, España
OCTAVO
ROJO
EN LA OSCURIDAD
Comenzó pintándose las uñas de los pies.
Lo hizo con suma delicadeza. ¿El color?,
un rojo rabioso.
Se incorporó frente al espejo, lavó su
cara con parsimonia, pasando con suavidad sus manos sobre una piel que había ganado la
aspereza de los años perdidos.
Sabía que la ceremonia precisaba calma,
paciencia y dedicación.
Casi con devoción maquilló sus ojos. Con
gran refinamiento utilizó el delineador importado que tenía celosamente guardado.
Arqueó sus largas pestañas.
Puso en sus mejillas el rubor que la vida
le había robado hacía ya mucho tiempo.
Ocultó, con experiencia, el negro lunar
que blandía bajo su pómulo derecho.
Se contempló con orgullo.
Sus frondosos labios se tornaron rosas y
se volvieron anhelados. Apretó unos con otros con pasión. Fantaseó.
A las veintidós horas, en punto, su
imagen desapareció del espejo.
La luz se apagó; para todas, inclusive
para ella, la reclusa de la celda 616.
Autor: Gustavo
Eduardo Green
San Antonio
de Areco – Argentina
NOVENO
EL DESPERTAR
La lluvia mojaba sus pies descalzos, pero ella seguía caminando
a tientas. Los últimos acontecimientos habían desatado su amordazado y callado
miedo, por ello, sus pasos se dirigían solos y su cabeza empapada nunca había
estado tan lúcida.
¿Cómo no se había decidido antes? ¿Cómo había podido
aguantar tantos y tantos reproches?, ¿tanta humillación?
Encontraría un lugar donde comenzar de nuevo, y su vida
sería al menos suya. Nunca dejaría que nadie la hiciera sentirse inferior, era
un ser humano y no un animal al que se le arrojara la comida cuando no ácido.
Ya no miraba atrás, nunca más lo haría… la ceguera y su
cara destrozada se habían convertido, al fin,
en su luz.
No importaba lo mucho que le quedaba por recorrer, nada
importaba ya.
Autora: MARÍA PALACIOS BUSTAMANTE
Gijón Asturias, España
DECIMO
EL PUENTE DEL OLVIDO
Mirta nació en Paraguay, en tierra fronteriza. Nunca
cruzó esa frontera tan cercana, por contra agarró un avión con destino a
España, donde estuvo viviendo para trabajar durante 15 años, siempre sonriente,
sin un día de descanso, compartiendo habitaciones en barrios miserables, y
enviando dinero para los estudios de sus tres hijos, a los que no vio crecer.
Cuando la conocí solo hablaba guaraní, pero eso no impidió que entendiera la historia que me contó del puente de madera
construido sobre el río, que atravesaba su pueblo. Los hombres lo utilizaban
para alcanzar ese otro país que les brindaría el trabajo, que él suyo les
negaba. Pero nunca regresaban. Ahora a la entrada del puente hay una leyenda
escrita en uno de los raídos tablones: “el puente del olvido”.
Autora: Montse Porquet Abad
Zaragoza, España